Chardin, La Gouvernante |
Una sociedad es un tejido de almas, con interacciones mutuas, del todo sobre cada una y de cada una sobre el todo.
Cada hombre trae dentro de sí varias heredita-riedades. Somos la
resultante biológica de un sinnúmero de corrientes de vida que vinieron a tener
en nosotros su punto de encuentro.
Así como en una laguna existen aguas de diversos ríos que en ella
desembocan, así existen en nosotros esas hereditariedades.
Somos recipientes en los que se funden varias corrientes del pasado
La naturaleza del hombre lo lleva a establecer nexos más directos con
ciertas cosas, y relaciones más próximas con ciertas personas. Ser propietario,
tener familia, son situaciones que le dan una justa sensación de plenitud, de
personalidad. Vivir como átomo aislado, sin familia ni bienes, entre una
multitud de personas extrañas, le da una sensación de vacío, de anonimato y
aislamiento, que es para él profundamente antinatural.
La reforma social más urgente
Social… sociedad. ¿Habrá algo más santo y augustamente social que velar por
la familia? Pues, ¿no es ésta la base de la sociedad?
Tanto se habla de reformas de base. ¿Quién entre los “arditi” del
reformismo habla seriamente de reformar, de restaurar la base, esto es, la
familia?
¿Qué espíritu social es éste, que no tiene ojos para ver la crisis de la
familia y la insuficiencia de las medidas destinadas a reformar una sociedad en
que la base está minada?
Familia para mí es equivalente a familia en su normalidad. Y por lo tanto
familia patriarcal.
Por patriarcal debe entenderse no la pequeña familia nuclear -padre, madre
e hijos- sino una familia numerosa, con muchos hijos. Y, además de eso,
relacionada con un número muy grande de parientes de varios grados, de varios
lados, que frecuentan la casa y la ponen en movimiento.
Con la familia patriarcal se constituye un todo con tres distancias.
La primera distancia es mi casa, enteramente afín conmigo.
Otra, son las casas de mi familia más apartada, algo parecida y algo
diferente.
Una tercera distancia es la calle, punto de encuentro fortuito y casual de
todas las semejanzas y de todas las diferencias.
Si estoy apoyado por estas tres distancias, si puedo expandirme en estas
tres dimensiones, cuando llego a la calle tengo detrás de mí y a mi lado toda
mi parentela que se presenta en los lugares públicos, en los lugares de
diversión, pensando como yo, sintiendo como yo, imponiéndose.
Enfrento la popularidad o la impopularidad, porque tengo un cuadro en que
apoyarme, tengo elementos para expandir mi personalidad.
Cuán diferente es la situación de la familia minúscula -padre, madre e
hijos- viviendo una vida dentro del hogar que, por ser constituido por pocas
personas, tiene poca variedad y que, por eso, se torna monótona.
Siendo así, se tiende a huir, y se huye, yendo hacia la calle o trayendo la
calle dentro de la casa, bajo el aspecto de dos o tres televisores en varias
salas, para intentar olvidar que se está dentro de casa y tener la sensación de
que se está en la calle.
Pero en la calle la persona se siente aislada. El niño llega al colegio
aislado. El joven o la joven entran en la sociedad aislados.
No tienen apoyo en nadie.
Tienen un modo de ser, fabricado por la propaganda “ab extrínseco” y que es
impuesto.
Si no quisieren adherir, se monta contra ellos la persecución del ridículo
y del ostracismo.
Resultado: inseguridad interior, titubeo, duda, aislamiento, capitulación.
Al cabo de diez o veinte años de ese fenómeno, si la persona no tuviere una
personalidad más o menos definida, esta habrá sido destruida.
No sabe ser amigo quien no sabe ser primo. Y no sabe ser primo quien no
sabe ser hermano.
La familia nuclear y sus insuficiencias
Considero la expresión familia nuclear bien acertada, porque no es la
familia-célula, sino que es una célula reducida a su núcleo, con todo lo que
hay de irregular en que el núcleo viva sin su protoplasma. Es un exilio para el
núcleo -si no fuere directamente la muerte- el hecho de estar privado del
protoplasma.
La imaginación de las personas actualmente sólo alcanza la familia nuclear.
No se sabe ya lo que fue la familia “árbol-frondoso”.
Los psicólogos, en la comparación entre la familia nuclear y la familia
patriarcal, llaman la atención sobre la importancia y la necesidad del grupo de
parientes -primos, tíos, etc.- como factor de armonía en las relaciones de los
hijos con los padres.
En la familia nuclear hay una confrontación directa entre los hijos y los
padres, en aquel espacio delimitado que es el hogar; en la familia patriarcal,
la confrontación se diluye entre los parientes, y el hijo puede recurrir a un
tío, a un primo, a una tía, etc.
Es normal que el marido y la mujer tengan dificultades en el trato mutuo
muy grandes. El modo de amortiguar estas dificultades es que estén envueltos
por un ambiente de familia muy homogéneo, dentro del cual encuentren varios
puntos comunes, engendrando afinidades que reducen la fricción proveniente de
la diferencia de temperamentos y de caracteres individuales.
Extractos
del pensamiento de Plinio Corrêa de Oliveira –
Recopilados
por Leo Danielle in “O Universo é uma Catedral”
>>>>> Es importante que haga su comentario
y lo comparta aquí con otras personas
>>>>> Inscríbase para recibir las actualizaciones de este blog
>>>>> Divulgue esta materia
No hay comentarios:
Publicar un comentario