“Siento la falta de ella, sufrí demás cuando ella murió, pero no me
arrepiento ni un segundo de haberla dejado nacer”, dijo la campesina Cacilda
Galante Ferreira, 41, madre de la niña Marcela de Jesús Galante Ferreira, que
fue diagnosticada en 2006 como acéfalo. (…)
Marcela murió en agosto de 2008, después de haber vivido sorprendentes y
exactos “un año, ocho meses y 12 días”, como recuerda la madre. La mayoría de
los nacidos con acéfalo no pasa de los primeros días después del parto. A
veces, mueren horas después del nacimiento.Religiosa, Cacilda mantiene la misma opinión que tenía en la época en que cuidó de la hija hasta sus últimos días. “No se debe optar por el aborto. Quien da la vida es Dios y sólo Él puede quitarla”.
Cacilda tenía 35 años, y en la época vivía en una quinta en la ciudad de Patrocinio Paulista, en el interior de San Pablo, cuando supo que la hija nacería mal formada. Estaba embarazada de cuatro meses.
“La verdad, fue mi marido que supo del diagnóstico primero y sólo me contó después de algunos días” .
La reacción de Cacilda, según ella contó, fue la de agarrarse a sus creencias: “Que se haga la voluntad de Dios, pensé yo”.
Cuando Marcela nació, la madre vivió en el hospital durante los cinco primeros meses de la niña y después se mudó a una casa de la zona urbana de Patrocinio Paulista para cuidar de la hija.
Independientemente de explicaciones médicas para el tiempo de vida que tuvo Marcela, para Cacilda sólo existe una explicación. “Fueron los cuidados, el amor y el cariño que le di a ella durante cada día de su vida”, dijo.
Ahora, casi cuatro años después de la muerte de la hija, Cacilda volvió al campo, está “continuando la vida”, como ella dice, y ayudando en los cuidados de su suegro, de 93 años.
Fuente: Folha de São Paulo (11/04/2012)
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