Cuando aún en el vientre materno, el hijo debería
esperar – precisamente de la madre –
amor sin límites. Pero, al practicar el aborto, ella transforma la palabra amor
en la palabra muerte.
Y el Estado,
que debería castigar a los criminales que levantan la mano contra la vida del nonato,
le niega el derecho de vivir.
El aborto contradice
profundamente la naturaleza humana. Es un desorden fundamental que va
contra el principio moral básico que nos manda respetar la vida de nuestros
semejantes.
Debemos cumplir con el deber sagrado de proclamar, con
toda valentía, que defendemos la
vida del nonato. Debemos luchar contra
la cobardía del aborto.
Logrando evitar que se eliminen las vidas de los niños
dentro del seno de sus madres – asesinados
por “especialistas” sin conciencia – seremos ricamente pagados por haber expuesto y defendido con palabras claras
la Ley de Dios y las enseñanzas de la Iglesia.
¡Mucho mejor será si evitamos la muerte de todos los
seres humanos que están en el vientre materno!
Es lo que debemos conseguir votando en el plebiscito contra cualquier ley que quiera dar libre
curso al aborto.
¡Que la Santísima Virgen, Madre del Verbo Encarnado y Madre nuestra, intervenga en el plebiscito haciendo que no pase el aborto!
¡Que la Santísima Virgen, Madre del Verbo Encarnado y Madre nuestra, intervenga en el plebiscito haciendo que no pase el aborto!
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