Taketa, también conocida como la pequeña Kyoto, está situada en el centro de la prefectura de Oita Kyushu, rodeada por una cadena de montañas y el río Ono. Un área de gran belleza natural. En los días de los primeros misioneros, esta localidad se convirtió en uno de los centros con mayor presencia de cristianos de todo Japón.
Pero, con el inicio de la persecución religiosa en el país, muchas personas se ocultaron, y los bosques que rodean la ciudad pronto se convirtieron en escondites donde los fieles podían practicar su fe en la clandestinidad. Los cristianos fueron tallando en las montañas pequeñas cuevas en las que se reunían y oraban.
Hoy, después de cuatro siglos, se pueden apreciar estas cuevas artificiales en medio del bosque, utilizadas por los cristianos para vivir su fe cuando todo a su alrededor amenazaba la supervivencia.
San Francisco Javier llegó a Japón en 1549, y comenzó la predicación en el país del sol naciente.
Luego del inicial florecimiento del cristianismo hubo persecuciones terribles. Muchos fueron asesinados con inaudita crueldad que no se detuvo ante mujeres y niños. Sin embargo, la comunidad católica no fue aniquilada. Una parte se refugió en la clandestinidad y mantuvo viva la fe, transmitiéndola de padres a hijos, pese a no contar con obispos y sacerdotes ni sacramentos.
Se cuenta que el viernes santo de 1865 diez mil de estos "kakure kirisitan", cristianos ocultos, salieron de los poblados y se presentaron en Nagasaki a los sorprendidos misioneros que poco antes habían logrado ingresar nuevamente a Japón.
Al igual que tres siglos antes, en los primeros años del siglo XX Nagasaki volvió a ser la ciudad con más fuerte presencia católica en Japón. En vísperas de la segunda guerra mundial, dos de cada tres católicos japoneses vivían en Nagasaki. Pero en 1945 sufrieron un nuevo y terrible exterminio. Esta vez no por una persecución, sino por la bomba atómica que fue lanzada justamente sobre su ciudad.
Comentarios de este blog:
En el siglo XX murieron 45 millones de cristianos a manos de musulmanes y comunistas. Asesinatos, torturas, secuestros, esclavitud, tráfico de mujeres y niños se repiten todavía a diario en países como Sudán, Arabia Saudí, Indonesia, China, Vietnam, Egipto o Corea.
Llama la atención que en la última guerra mundial las dos bombas atómicas hayan sido lanzadas justamente sobre las dos ciudades japonesas de mayor población católica de Japón: Hiroshima y Nagasaki.
Recemos por los que murieron, y por quienes hoy son perseguidos por seguir a Nuestro Señor Jesucristo.
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