El divorcio perjudica a los padres, pero son los niños los que más sufren, de acuerdo con lo demostrado en el estudio Efectos del Divorcio sobre los Niños, de Patrick F. Fagan e Aaron Churchill, publicado por el Marriage and Religion Research Institute.
Basado en una vasta gama de pesquisas ya publicadas sobre los efectos del divorcio, el informe analiza una serie de áreas en que el daño es evidente para los niños.
La primera es la de la relación entre padres e hijos. Como era de esperarse, el divorcio tiene efecto negativo sobre la capacidad de los padres de interactuar con los hijos. El daño es más pronunciado cuando los hijos están en la escuela y en la facultad.
Hay también una disminución en el estímulo académico, en la auto estima, en la afectividad, en el incentivo a la madurez social y en el desempeño en las escuelas, liceos y universidades.
Menos momentos de distracción y más castigos físicos son para los hijos otra consecuencia de la separación de los padres.
El estudio revela que la mayoría (cerca de 90%) de los niños permanece con la madre después del divorcio. Casi la mitad de ellos dijeron que no habían visto al propio padre durante el último año. Eso dificulta que el padre mantenga lazos estrechos con los hijos.
Otro aspecto analizado en el estudio es que después del divorcio los niños “quedan más propensos a parar de practicar la fe”. La disminución de la práctica religiosa impide a los niños conocer y analizar los efectos benéficos de la educación religiosa: la estabilidad del casamiento, la educación, la capacidad de rendimiento, la salud física y mental.
Las personas que sufren el trauma del divorcio tienen renta y patrimonio más bajos que la media, además de una chance mayor de enfrentar dificultades financieras.
Las estadísticas muestran que hijos de familias divorciadas son más propensos a envolverse en comportamientos delincuentes, peleas, robos y abuso de alcohol y drogas, lo que constituye un costo económico también para el gobierno y la sociedad.
Además, “el divorcio perturba la estabilidad psicológica de muchos niños”, y el impacto psicológico no es pasajero. Incluso cuando adultos, aquellos que sufrieron el divorcio en la niñez experimentan un número mayor de problemas emocionales y psicológicos que aquellos que vienen de una familia estable.
Entre las consecuencias del divorcio se cuenta también un número creciente de abuso y negligencia de menores. Un estudio realizado en Brasil mostró que niños que viven en familias con presencia de padrastros son 2,7 veces más sujetos a abusos que los niños que viven en familias estables formadas por los propios padres.
La parte final del estudio explica que, al contrario de los padres divorciados, que muchas veces consiguen encontrar alivio después de la separación, el sufrimiento de los niños continúa durante mucho tiempo después del divorcio. Los efectos negativos pueden durar hasta tres décadas.
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Comentarios de este blog:
Muchos divorcios se evitarían con la práctica de la religión.
Si usted conoce algún matrimonio que está con dificultades de relacionamiento y pensando en separarse, aconséjeles que acudan a la Sagrada Familia.
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