El
vaticanista Andrea Tornielli publicó en el sitio Vatican Insider, un serio testimonio de la bilocación del Padre Pio
a la cárcel de Hungría donde padecía el Cardenal Mindszenty.
El héroe
anticomunista húngaro fue adversario acérrimo de la política de distensión del
Vaticano con los gobiernos comunistas, conocida como “Ostpolitik”.
Sigue un
resumen del artículo de Tornielli.
Un nuevo
elemento acaba de ser agregado a la colección de episodios milagrosos que
acompañaron la vida de San Pio de Pietrelcina.
Se trata de
un testimonio publicado en un libro presentado en el décimo aniversario de la
dedicación del nuevo santuario de San Giovanni Rotondo, donde está sepultado el
cuerpo del santo capuchino.
El
testimonio se refiera a una bilocación que llevó al Padre Pio a la celda en
Budapest donde estaba preso el cardenal József Mindszenty, Primado de Hungría.
La
bilocación es un fenómeno místico extraordinario que hace que una persona esté
en dos lugares al mismo tiempo. El Padre Pio tuvo ese don, que pocos reciben.
Testimonios oculares describieron y hasta dialogaron con él simultáneamente en
lugares diferentes.
El episodio
ya era conocido y quedó inmortalizado en uno de los mosaicos de la cripta del
santuario dedicado al Padre Pio. Pero le declaración que sigue describe
detalles que nunca habían sido publicados.
El libro Padre Pio. La sua chiesa, i
suoi luoghi, tra devozione storia e opere d’arte (Padre Pio: a sua
igreja, os seus lugares, entre a devoção, história e arte, Edições Padre
Pio de Pietrelcina) fue escrito por Stefano Campanella, director de la
Teleradio Padre Pio y autor de innúmeros ensayos sobre el santo.
En él está el relato de Angelo Battisti,
director de la Casa Alivio del
Sufrimiento y dactilógrafo de la Secretaría de Estado del Vaticano.
Battisti fue uno de los testigos en el proceso de beatificación del santo
religioso.
El Cardenal József Mindszenty, arzobispo
de Esztergom, Primado y Regende de Hungría, fue encarcelado por las autoridades
comunistas en diciembre de 1948 y condenado a prisión perpetua el año
siguiente.
Fue falsamente acusado de conspirar contra
el gobierno socialista. Pasó ocho años en la cárcel y en prisión domiciliar
hasta ser liberado durante la revuelta popular de 1956, cuando se refugió en la
delegación comercial de los Estados Unidos, en Budapest, hasta 1873, año en que
Paulo VI impuso su salida y su renuncia a la arquidiócesis.
En aquellos años de prisión se habría dado
la bilocación, que llevó al Padre Pio hasta la celda del Cardenal.
Batista describe como sigue escena
milagrosa.
“El capuchino estigmatizado, mientras se
encontraba en San Giovanni Rotondo, fue a llevarle al Cardenal el pan y el vino
destinados a transformarse en el cuerpo y sangre de Cristo. (…).
“Es simbólico el número de registro del
detenido impreso en su pijama de presidiario: 1956, año de la liberación del
Cardenal.
“Como es sabido – cuenta Battisti – el
cardenal Mindszenty fue preso, colocado en la cárcel y vigilado
permanentemente. Con el pasar del tiempo, crecía fuertemente su deseo de poder
celebrar la Santa Misa.
“Una mañana, se presentó delante de él el
Padre Pio, con todo lo que él precisaba. El Cardenal celebra su misa y el Padre
Pio le sirve [como acólito]. Después conversaron y, al final, el Padre Pio
desaparece con todo lo que había llevado.
“Un padre venido de Budapest me habló
confidencialmente sobre el hecho, preguntando si yo podría obtener una
confirmación del Padre Pio. Le dije que si yo hubiese preguntado una cosa de
esas, el Padre Pio me habría expulsado a los rezongos.
Pero una noche de marzo de 1965, al final
de una conversa, Battisti preguntó al capuchino estigmatizado:
- “Padre, ¿el Cardenal Mindszenty lo
reconoció a usted?
- Después de una primera reacción de irritación, el
santo respondió:
- “Nosotros nos encontramos y conversamos, ¿y a ti te
parece que no me habría reconocido?”
Confirmando así la bilocación a la cárcel, que habría
sucedido algunos años antes.
“Entonces – agrega Battisti – el Padre Pio se volvió
triste y agregó: `El diablo es feo, pero lo habían dejado más feo que el
diablo´”, refiriéndose a los malos tratos que sufría.
Lo que demuestra que el Padre Pio lo había socorrido
desde el inicio de la prisión, porque no se puede concebir, humanamente
hablando, cómo el Cardenal fue capaz de resistir a todo el sufrimiento a que
fue sometido y que él describe en sus memorias.
El Padre Pio entonces concluyó: “Acuérdese de rezar
por ese gran confesor de la Fe, que tanto sufrió por la Iglesia”.
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