“No fue el
tabu de la homosexualidad lo que me hizo
sufrir, sino el tener `padres` del
mismo sexo. Esas son las palabras
dramáticas de Jean-Dominique Bunel, publicadas en el sitio italiano Tempi.it.
El francés,
de 66 años, creció con dos mujeres lesbianas y se opuso públicamente a la ley del gobierno holandés sobre el llamado
“casamiento” y adopción por parejas homosexuales, porque vivió esa cruda experiencia.
“Esta ley,
en su supuesta lucha contra las
desigualdades y las discriminaciones, le
saca al niño uno de sus derechos
(…) crecer con una madre y un padre”.
El de Bunel
es apenas uno de los tantos testimonios
recogidos, o publicados en el blog de Robert Oscar López, el profesor americano
creado por dos lesbianas, y que recorre el mundo para contar el sufrimiento que vivió.
Me gustaría tener un padre.
Entre los testimonios recogidos en el blog
existen también algunos dramáticos: adolecentes que aún viven con “padres” homosexuals.
Una niña,
anónima, que vive con dos lesbianas, cuenta:
“Estoy la
mayor parte del tiempo en la casa de mi mejor amiga. Estoy con el padre de
ella, porque nunca tuve uno y él es
fantástico”.
Después
viene el desahogo, las preguntas:
“Alguien
precisa decir, porque yo no siento que debería decir, que los “padres” homosexuales son egoístas en cierto sentido. No piensan
en lo que significa para mí vivir en el mundo de ellos. ¿Soy la única que se
siente así? ¿Soy una hija mala porque me
gustaría tener un padre?
“¿Hay
alguien que tiene “dos madres” o “dos padres” que se pregunta cómo habría sido
si tuviese nacido en una familia que
es normal?
“No conozco a mi padre y nunca lo conoceré. Es extraño, pero siento su falta. Me falta este hombre
que nunca conoceré”.
Querría que mis padres fuesen heterosexuales.
Otro joven
anónimo, “hijo de un padre homosexual y de una madre sustituta”, describe su
vida con dos “padres” (…).
“Mi madre biológica (que dio su óvulo a mi
padre), viene continuamente a mi casa. Ella tiene 38 años (…), quiero llamarla de madre, pero mis “padres” quedan locos cada vez que lo intento (…).
“¿Qué
piensan ustedes? ¿No piensan que sea normal odiar a mis “padres”? ¿Tengo que
ser el hijo bueno porque ellos quisieron tenerme? (…).
“Yo no odio
a los homosexuales, pero me gustaría
que mis padres fuesen heterosexuales.
¿Soy una persona mala por sentirme así? (…). ¿Todos quieren que yo acepte
aquello que no puedo y no quiero ser?”.
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