En entrevista
exclusiva a LifeSiteNews, el Cardenal
Raumond Burke respondió a algo polémico
presentado por un matrimonio australiano
[Ron e Marvis Pirola] ante los 191 obispos y cardenales líderes de la Iglesia
Católica en el Sínodo Extraordinario sobre la familia.
LifeSiteNews - ¿Cómo
los padres católicos deben actuar en una situación difícil como esta: Al planear
una reunión familiar en Navidad con los nietos presentes, los padres son preguntados por su hijo, que está
en un relacionamiento homosexual, si
él puede llevar junto a su pareja homosexual? ¿Cómo las parroquias deberían actuar con parejas
abiertamente homosexuales que se aproximan a la Santa Comunión y que buscan cargos de liderazgo dentro de la parroquia?
Cardenal Burke – Esta es una cuestión muy delicada, y es aún
más delicada por la agresividad de
la agenda homosexual. Pero es
preciso abordar ese tema de una forma muy calma, serena, razonable y llena de fe.
Si las relaciones homosexuales son intrínsecamente desordenadas, y de hecho lo son – la razón nos enseña
eso y también nuestra fe – entonces, ¿qué
significaría para los nietos
tener presentes en una reunión familiar un miembro de la familia que está
viviendo en una relación desordenada
con otra persona?
Si fuese
otro tipo de relacionamiento – por ejemplo algo profundamente desordenado y
perjudicial – no expondríamos a nuestros niños a ese tipo de
relacionamiento, a la experiencia directa del mismo. Así, tampoco deberíamos hacerlo en el contexto de un miembro de la
familia que no sólo sufre de atracción por el mismo sexo, sino que optó
por vivir esa atracción, por actuar de acuerdo con ella, cometer actos que son, siempre
y en todo lugar, equivocados y malos.
Y así, las
familias precisan encontrar una manera de estar próximas de un hijo en esta
situación – de un hijo o nieto, o quien quiera que sea – a fin de apartar a la persona de relacionamiento desordenado”.
Y sabemos
que, con el tiempo, esos relacionamientos
dejan a la persona profundamente infeliz.
Y por eso es importante mantenernos lo más próximos que podamos. Pero esa forma
particular de relacionamiento no debe ser impuesta a los miembros de la familia,
y especialmente a niños impresionables.
Y exhorto a los padres o abuelos –
quien quiera que sea – a que sean muy, muy
prudentes en este asunto y no
escandalicen a sus hijos o nietos.
Hay tantas
cosas en nuestra sociedad hoy en día que están pasando el mensaje de que cualquier
forma de relación sexual, si de alguna forma le agrada – o si estuviere atraído
por ella – está bien, está correcta… Y nosotros no queremos que nuestros hijos
tengan esa impresión, pareciendo que estamos tolerando actos gravemente pecaminosos por parte de un miembro de la familia.
Ciertamente,
esta es una fuente de gran sufrimiento;
pero el esfuerzo para hacer lo que está bien y es bueno siempre envuelve sufrimiento.
Y, en este caso, ciertamente envolverá sufrimiento. Pero que el sufrimiento sea realmente redentor al final.
Ya en
relación a las parroquias, la situación es muy semejante, porque la parroquia es una “familia de familias”. Y así,
si usted tuviere un parroquiano que
está viviendo en pecado público en un relacionamiento homosexual, bien, el sacerdote debe tentar aproximarse de
esa persona – o de ambos, si fueren católicos – e intentar ayudarlos a dejar el relacionamiento pecaminoso y comenzar
una vida casta. El padre debe incentivarlos
también a rezar y a participar de la
Misa dominical y de otras maneras adecuadas para intentar superar el pecado grave
en sus vidas.
Esas
personas que están viviendo de esa forma ciertamente no podrán tener ningún papel de liderazgo en la parroquia, porque daría la impresión a los
parroquianos de que la forma como ellos están viviendo es perfectamente buena.
Porque, cuando dirigimos una parroquia, de alguna forma, estamos dando
testimonio de una vida católica coherente.
Y las personas que no son coherentes con su fe católica no reciben funciones de
liderazgo. No les pedimos, por ejemplo, que sean lectores en la Santa Misa – o que
asuman otra posición de liderazgo – hasta que ellas hayan rectificado su situación
y pasado por una conversión de vida y
están prontas a desempeñar ese tipo de liderazgo.
Por un
lado, ciertamente habrá escándalo entre los parroquianos en lo que refiera a
una parte muy importanta de nuestra vida, nuestra sexualidad, y lo que ella
significa. Por otro lado, no es bueno
para las dos personas envueltas en el relacionamiento
desordenado porque también les da la
idea de que la Iglesia de alguna forma aprueba lo que ellas están haciendo.
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