Habitantes de la provincia oriental de Zhejiang denunciaron que cerca de 12 iglesias habían sido demolidas o perdido sus cruces. A pesar de eso, autoridades del Partido Comunista de la misma provincia negaron que estuviese habiendo una “campaña de demolición” de iglesias.
En otras iglesias, los responsables recibieron intimación para que hagan “menos visible” la presencia de los templos, por ejemplo apagando las luces durante la noche.
El hecho es que los responsables religiosos acusan a los líderes comunistas de actuar de acuerdo con una campaña orquestada.
A comienzos de abril, cristianos afluyeron en masa a la iglesia de Sanjiang, en el importante puerto de Wenzhou – ciudad también conocida como la “Jerusalén de Oriente” – porque había sido anunciada su demolición, notició The Telegraph de Londres.
Durante las 24 horas del día, un inmenso “escudo humano”, impidió el acceso al templo que iba a ser derrumbado. El parroquiano Li Jingliu declaró: “Yo defendería la iglesia hasta el fin de los fines, sin temer heridas o la muerte”.
“Ellos dicen que la Santa Cruz sube muy alto y viola el código de construcción. Claramente es un pretexto para derrumbar las iglesias, explicó un sacerdote de Wenzhou.
Viendo el tamaño de la reacción, las autoridades desmintieron el anuncio de la destrucción. Sin embargo, no muchos días después, cuando la reacción se calmó, la policía irrumpió brutalmente en el lugar, dispersó a los civiles desarmados y dinamitó el templo.
Feng Zhili, presidente del Comité comunista para Asuntos Religiosos y Étnicos de Zhejiang, apuntó el crecimiento del cristianismo en la región como siendo causa de “fricciones sociales”, obviamente sin explicar en qué consisten.
Entretanto, él terminó desahogándose: el crecimiento del cristianismo está quedando demasiado excesivo e incontrolable”.
En Wenzhou, un millón de los nueve millones de residentes profesan alguna forma de cristianismo, que el comunismo repudia.
La estructura del cristianismo chino puede ser comparada a la de un cometa. El núcleo está compuesto por católicos que resisten al comunismo y se mantienen fieles a Roma, contra todas las vicisitudes en contrario.
Pegados a ellos están los católicos llamados “patrióticos”, es decir, católicos blandos que prefieren claudicar en la fe por oportunismo. Ellos se someten a una entidad falsa denominada Asociación Patriótica, creada por el comunismo para subyugar todo el catolicismo.
Un número muy significativo frecuenta, ora los cultos de los “subterráneos” (auténticos), ora los de los “patrióticos”
No hay – ni puede haber – estadísticas oficiales, pero se habla habitualmente que hay entre 6 y 14 millones de católicos, aunque el número puede ser mayor.
Atrás del catolicismo hay un gran número de protestantes que no presentan en general grandes resistencias a la dictadura, que no los teme como a los católicos.
Más atrás están los cristianos dichos “sincréticos”. Sus predicadores leen el Evangelio en las casas y hacen mezclas con otras creencias, a gusto del consumidor. Son, en general, los que menos preocupación causan a los enemigos de Jesucristo.
Pero lo que pasa es que el conjunto – desde el centro católico auténtico, enfervorizado por el Espíritu Santo, hasta los más flojos – ya suma más de 85 millones de adherentes, quizá 100 millones.
¡Y esto en un momento en que, según el oficialismo, los mitos religiosos deberían estar completamente desraizados del pueblo!
Y como el centro vivo y punto de referencia es el catolicismo genuino, se puede percibir la influencia de ese núcleo sobre el resto.
El crecimiento del cristianismo enloquece a las autoridades comunistas, que, como no consiguen convencer a los cristianos a que apostaten, hostilizan sus iglesias y prácticas con resultado discutible.
Las estimativas apuntan que cada día entre 3.000 y 10.000 chinos adhieren al cristianismo, según el sitio británico Christian Today.
El actual presidente Xi Jinping apela constantemente para que se vuelva al comunismo ortodoxo de Mao Tsé-Tung, pero no está siendo muy oído, ni siquiera en las filas del Partido Comunista.
Recientemente dijo que China “está perdiendo su compás moral”, y llegó a proponer una vuelta a las “creencias tradicionales” paganas como el budismo, el confucionismo y el taoísmo.
La agencia Reuters reprodujo esos propósitos del líder comunista citando fuentes próximas a la jefatura suprema del país, escribió The Telegraph.
El cristianismo no deja de crecer e incomoda a los promotores del ateísmo explícito o disimulado.
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Comentario de este blog:
La materia hace recordar que el presidente Mujica, en agosto de 2013, afirmó: “Nuestra civilización cristiana y occidental es un gigantesco fracaso”. Un ejemplo – y hay muchísimos otros – para mostrar lo equivocado de esa afirmación es China, donde el gobierno comunista querría que el cristianismo fracasase, pero lo que está pasando es bien lo contrario.
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