El Via Crucis es una devoción que consiste en una peregrinación hecha rezando y ayudada por cuadros o imágenes que representan escenas de la Pasión de Nuestro Señor Jesucristo.
El Via Crucis más conocido hoy es el rezado en el Coliseo de Roma, el Viernes Santo, con la participación del propio Papa.
Las imágenes representando las escenas de la Pasión pueden ser de piedra, madera o metal, pinturas o gravados. Están dispuestas en intervalos en las paredes o en las columnas de las iglesias.
Pero a veces se pueden encontrar al aire libre, especialmente en los caminos que conducen a una iglesia o santuario. Un Via Crucis muy conocido es el del santuario de Lourdes, en Francia.
En los monasterios las imágenes son muchas veces colocadas en los claustros.
El ejercicio del Via Crucis consiste en que los fieles recorran espiritualmente el camino de Jesús cargando la Cruz desde el Pretorio de Pilatos hasta el monte Calvario, meditando la Pasión.
La tradición dice que la Virgen Santísima acostumbraba visitar diariamente los locales de la Pasión.
La Via Dolorosa de Jerusalén fue reverentemente señalada desde los primeros tiempos y fue una meta de los piadosos peregrinos desde los días del emperador Constantino.
San Jerónimo habla de las multitudes de peregrinos de todos los países que acostumbraban visitar los lugares santos y recorrían piadosamente la Via de la Pasión.
El deseo de reproducir los lugares sagrados en otras tierras, a fin de satisfacer la devoción de aquellos que no podían hacer la verdadera peregrinación, apareció muy temprano.
En el siglo V, San Petronio, obispo de Bolonia, erigió en el monasterio de San Esteban (Santo Stefano en italiano) un conjunto de capillas con las estaciones. El monasterio quedó familiarmente conocido como “Hierusalem”.
Tal ejercicio, muy usual en el tiempo de Cuaresma, tuvo fuerte expansión en la época de las Cruzadas (del siglo XI al siglo XIII).
El romero inglés William Wey, que visitó Tierra Santa en 1458, en 1462 describió la manera usual de seguir los pasos de Cristo en Su camino de dolores redentores.
Fuente: Luzes de Esperanza
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