Plinio Corrêa de Oliveira
“Los pedidos enunciados en Fátima, la Madre de Dios los hizo en vista de la situación religiosa en que se encontraba el mundo en la época de las apariciones, es decir, en 1917. La Virgen apuntó tal situación como altamente calamitosa. La impiedad y la impureza habían dominado la Tierra a tal punto, que para castigar a los hombres había estallado la verdadera hecatombe que fue la Primera Guerra Mundial.
Esa conflagración terminaría en breve, y los pecadores tendrían tiempo para enmendarse y atender al apelo de Fátima. Si ese apelo fuese oído, la humanidad conocería la paz. Si no fuese oído, vendría otra guerra, más terrible aún [como de hecho pasó con la eclosión de la Segunda Guerra Mundial]. Y si el mundo aún continuase sordo a la voz de su Reina, una suprema hecatombe, de raíz ideológica y de porte universal, implicando en una grave persecución religiosa, afligiría a todos los hombres.
Doblada así, a lo largo de toda una cadena de calamidades, la dura cerviz de la humanidad contemporánea, habrá, en gran escala, una conversión de las almas. Tal conversión será específicamente una victoria del Corazón Purísimo de la Madre de Dios: “Por fin, Mi Inmaculado Corazón triunfará”. Será el reinado de María sobre los hombres.
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