Los temores de una Tercera Guerra Mundial crecen en torno de las fricciones en el este de Ucrania.
El capitalismo publicitario proporciona abundantes informaciones y comentarios, meros ecos, a veces, de la contra-información forjada en los gabinetes de guerra psicológica de Putin.
Entretanto, deja de lado la información sobre otros aspectos, y de los más importantes. En Donetsk, por ejemplo, según noticia de la agencia AFP, una de las pocas a atravesar la barrera de la desinformación, la oposición entre pro-Rusia y pro-Ucrania pasa también por la religion.
Diversos templos del Patriarcado cismático de Moscú asumieron la causa de los “pro-rusos”. Pero entre los católicos se da lo contrario.
“Tenemos que agradecer a Putin por el hecho de habernos ayudado a entender que nosotros somos ucranianos. La agresión contra Ucrania nos ayudó a reforzar nuestra identidad”, afirma el Padre Tikhon, 43 años, sacerdote del rito greco-católico.
Al decir “agresión contra Ucrania”, el Padre Tikhon entiende la tomada de edificios e instalaciones; tomada teledirigida desde Moscú e hecha en Donetsk y otras ciudades del este ucraniano.
La capilla del Padre Tikhon es muy modesta: apenas dos salas en la planta baja de un edificio de Donetsk, donde los fieles compartieron la “paska”, o tradicional torta de Pascua, después de la Misa.
El Padre Tikhon participó de la manifestación por la unidad de Ucrania, contra el separatismo.
En la manifestación por las calles no había ningún representante del cisma capitaneado por el Patriarca de Moscú.
Ese sector de “ortodoxos” acaba ejecutando indirectamente las voluntades de Putin.
Gueorgui Gouliaiev, religioso cismático encargado de prensa en el obispado de Donetsk, fiel al Patriarcado de Moscú, explica que los cismáticos que él representa no quieren saber de oraciones y de actos por la paz junto con otros.
“Muchos religiosos del Patriarcado de Moscú tienen una posición abiertamente pro-rusa”, apunta el Padrte Tikhon, del rito greco-católico, que tiene alrededor de 15.000 fieles en la región.
La mayoría de los parroquianos del Padre Tikhon son descendientes de ucranianos católicos deportados por Stalin en los años 50. El dictador ruso tuvo en vista disolver la Iglesia Católica en Ucrania.
Muchos fueron mártires, pero el núcleo central quedó fiel a la Iglesia verdadera, incluso después de la liquidación por la fuerza bruta del rito greco-católico en 1946 y su prohibición hasta la caída de la URSS en los inicios de los años 90.
Si Donetsk caer en las garras de Rusia, afirma el sacerdote católico, “nosotros defenderemos nuestro país. Yo conozco numerosas personas que están dispuestas a defender su patria de armas en la mano. Gran parte de mis parroquianos me dice que van a hacer una guerra de guerrillas”.
“No podemos contar con los europeos ni con los Estados Unidos, dice el valiente sacerdote. El porvenir de nuestro país depende de nosotros. Es a nosotros que cabe defender nuestro país”, agrega, recordando la heroica resistencia católica bajo a cruel persecución soviética.
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