A primera vista, dejar a los hijos “sueltos” demás puede hasta parecer una señal de confianza de los padres. Pero libertad en exceso puede tornar a los niños y jóvenes carentes de límites que se imponen.
Además de eso, cuando la libertad es muy grande – principalmente en el caso de los niños – los padres acaban dejando al hijo la responsabilidad de tomar decisiones que él no tiene madurez para administrar. Es lo que dice el psiquiatra Içami Tiba, autor de diversos libros sobre educación, como “¡Quien Ama, Educa!”.
“A pesar de que piensan que están ayudando al hijo, los padres se están equivocando como educadores. No se puede dejar al niño o al adolescente hacer todo lo que quiere. Son los adultos que van a arcar con las consecuencias de toda esa libertad”, declara Tiba. Y, en el futuro, los hijos también.
Los padres tienen la ilusión de que prohibir hará a los hijos sufrir. Sólo que, cuanto menor es el niño, menos conocimiento tiene para evaluar las consecuencias de sus actos malos”, afirma la profesora Audrey Settron Lopes de Souza, del Instituto de Psicologia de la Universidad de San Pablo, Brasil. Según la especialista, la liberalidad excesiva no ayuda y, sí, asusta al niño.
De acuerdo con Audrey de Souza, las reglas deben comenzar a ser impuestas cuando el niño aún es bebé. “Uno nace queriendo buscar el placer ilimitado. Y es con reglas básicas que aprendemos a lidiar con el mundo”, dice.
Según los especialistas, la libertad total generalmente lleva al adolescente por dos caminos: uno es el sentimiento de estar abandonado. El otro es la delincuencia.
La profesora Leila Tardivo cuenta que cierta vez acompañó el caso de una adolescente que fingía estar siempre conversando con la madre por teléfono. “Ella hacía de cuenta que tenía una madre que la reprendía, como tenían las amigas. Ella precisaba de un cuidado, y a la madre no le importaba, dejaba a la muchacha hacer todo. Mientras las amigas consideraban que eso era bueno, la joven se sentía abandonada”, describe la especialista.
Según la profesora Audrey de Souza, el adolescente es transgresor por naturaleza, y es preciso ir contra esa tendencia. “Para el joven es importante desafiar. Uno sabe que, en un momento u otro, él puede experimentar bebidas alcohólicas. Es importante que haya un adulto que diga `no´. Que lo rezongue si él bebe. El desafío sin una cierta intervención puede crear un delincuente, que sólo va a parar de cometer excesos cuando sea parado por la justicia.
Comentarios de este blog:
Todo ser humano nace con cualidades y aptitudes propias de su naturaleza, pero también con malas inclinaciones provenientes del pecado original. Conviene apoyar y estimular a las primeras y es necesario refrenar y cohibir a las segundas.
Por eso dice la Sagrada Escritura: “La vara y la corrección dan la sabiduría; niño abandonado a su voluntad se torna la vergüenza de la madre” (Prov. 29,15)
Fuente: Sitio UOL (07/03/2014)
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