LifeSiteNews notició varios casos de médicos que se apuran para utilizar órganos de pacientes en trasplantes, diagnosticándolos con presunta “muerte cerebral” cuando en realidad no están muertos.
Hubo casos de pacientes que dieron señales de vida justo antes de que les extirparan sus órganos.
Aunque no hay nada de moralmente malo en las donaciones de órganos en este tipo de hechos, cualquier paciente y su familia deben recordar que hay médicos que demasiado rápidamente declaran muertos a los pacientes que juzgan difíciles de tratar.
Hace dos años, el caso de Sam Schmid, un estudiante de la universidad de Arizona, fue llamado un “milagro de Navidad”. Mientras yacía en coma, después de sufrir lesiones cerebrales masivas en un accidente automovilístico, los médicos estaban discutiendo la donación de órganos con sus padres y estaban prontos a quitarle el soporte vital.
Schmid sorprendió a los que estaban junto a su cama de hospital – que le creían con muerte cerebral – y levantó dos dedos para indicar que aún tenía vida. En ese momento, nadie sabía si el estudiante de la universidad de Tucson volvería a sus estudios o incluso a caminar y a hablar de nuevo.
Volvía de un entrenamiento de baloncesto en su antigua escuela católica cuando, por causa de una camioneta que se desvió del camino, el Jeep en el que viajaba voló por el aire, chocó contra un poste de luz y cayó de costado. La mano izquierda de Schmid y sus dos fémures se rompieron y requerían cirugía. Pero había sufrido también lesiones masivas en la cabeza que son casi siempre fatales. Fue llevado en helicóptero al Centro Médico St. Joseph en Phoenix, donde los especialistas realizaron una cirugía de aneurisma potencialmente mortal.
Hoy practica normalmente baloncesto, se inscribió en clases de la universidad y tiene la esperanza de ser un técnico veterinario. Schmid elogió a su cirujano y al Center for Transitional Rehabilitation Neuro en el Barrow Neurological Institute, donde fue dado de alta recientemente.
Casos como éste ilustran lo que los expertos en bioética pro-vida, como Wesley J. Smith, han advertido: se diagnostica mal a los pacientes, yendo demasiado lejos y relegándolos demasiado pronto a la condición de donantes de órganos.
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