El criminal abatimiento de un avión
comercial de la Malaysia Airlines
tuvo el efecto de un rayo: mató desgraciadamente personas, pero –
precisamente como hacen los rayos – iluminó
con una claridad terrible un
panorama que estaba cubierto por tinieblas.
Densas
tinieblas que hace años vienen
toldando progresivamente los horizontes de la política internacional, con
obvios reflejos sobre la política
interna de los países donde aún hay
libertad.
Conviene
que no sea olvidada por la opinión
pública a realidad así puesta en evidencia con el fuerte fulgor de un
rayo.
A ciencia
cierta, ¿qué sucedió? Aún se discuten detalles. Pero, el hecho esencial está
ahí: un país agresor ya había
invadido y anexado una región de un país vecino. Rusia se apoderó ilegalmente
– y por la violencia – de Crimea.
No obstante,
el invasor quería más. Y para eso
venía avivando una guerra subversiva con pretextos culturales y étnicos contra
la vecina Ucrania.
Conocemos
bien fenómenos análogos en América Latina, alimentados desde Cuba.
Algunos crepitan sembrando destrucción
y muerte, como las FARC en Colombia.
Existen los que miran con desdén a quienes piensan que la mano del comunismo está atrás. “¿Comunismo? ¡El comunismo no existe más! Hay, sí, algunos reductos
comunistas como Cuba, pero ya acabarán por adaptarse al resto del mundo!”
Sin
embargo, para que no quepa duda,
allí está Vladimir Putin que, sin renunciar al pasado soviético,
aparece para algunos como una especie
de salvador viniendo de Oriente para acabar con el caos de Occidente.
Putin consiguió ir persuadiendo a ciertos ingenuos
de Occidente, de que él estaba promoviendo en Rusia un enigmático proceso de restauración
mental y religiosa.
Moscú, muy favorecido
por el super-capitalismo, por las super-industrias y por los super-bancos de Occidente, “estaría
cambiando”. El super-abastecimiento
de recursos financieros, económicos y técnicos de múltiples órdenes, parecía dar la impresión de que estaba transformando
la “nueva URSS” de Putin en un “país moderno”.
Y Rusia se está imponiendo como el líder
político de los países emergentes conocidos como BRICS – Brasil, Rusia,
India, China y África del Sur.
Y a la cabeza de la inmensa nación rusa
se instaló un personaje que
gradualmente – sin dar muestras de
conversión y sin explicaciones –
un día pasó a ser tenido como gran defensor del cristianismo,
de los valores básicos de la vida, de la familia, del casamiento,
del patriotismo nacional: Vladimir Putin.
La Historia jamás comprenderá como una ilusión como esa pudo haber
ganado peso en el mismo momento en que la vieja URSS se metamorfoseaba en
una “nueva URSS”, y viene extendiendo sus garras
en todos los continentes.
Basta ver la cálida e idílica recepción que le fue dada en su recientísima gira por Cuba y América del Sur.
¿Recepción hecha por quién? Por los líderes comuno-populistas
que vienen realizando la destrucción
de los valores que ciertos ingenuos piensan que Putin va a
rescatar.
Similis simili gaudet. El semejante se alegra con su
semejante, dice el sabio dicho latino.
¡Eso quedó evidenciado elocuentemente con gestos,
palabras y silencios astutos de los líderes
“chavistas” latinoamericanos – además del representante castrista – con Vladimir
Putin!
Pero nada de eso abría los ojos de los engañados.
Hasta que el crimen perpetrado contra el Boeing 777 de
la Malaysia Airlines que cobró 298
vidas, fue como un rayo en cielo
sereno. El avión comercial fue alcanzado por un misil mortal, pero esclarecedor. Esclarecedor porque nos
hace ver lo que hay de más engañoso
en el mito del llamado “cristianismo”
humanitario de Putin.
Hace un
poco más de 30 años, el 1º de setiembre de 1983, aviones soviéticos abatieron
un Boeing 747 de la Korean Airlines y
mataron a los 269 pasajeros y a la tripulación.
Fueron
aducidos pretextos diversos sobre el
criminal atentado, pero en la
investigación, quedó sabido para la historia que el abatimiento había sido intencional,
sin propósito y ordenado por Moscú.
Hay ciertas
formas de impiedad que sienten
necesidad de desahogos, y esos son horribles.
En Ucrania, autollamados “ex”- comunistas, milicianos
separatistas y batallones de mercenarios ilegales enviados desde Rusia estaban perdiendo posiciones.
Los planes de Putin para anexar el este ucraniano no estaban dando resultados.
Es
necesario que esta tremenda tragedia
haga abrir los ojos de los que fueron
engañados por la “metamorfosis
cosmética” capitaneada por el líder de la KGB, con la que pretende restaurar el imperio
soviético sobre supuestas nuevas
bases.
Que Dios omnipotente tenga pena de los pasajeros del vuelo MH017,
víctimas sin culpa.
Y que por
la intercesión de la Santísima Virgen
preserve a los pueblos que sepan amarlo sinceramente, no dejándose ilusionar con artificios
engañosos. Pues detrás de esos
artificios se esconde un anticristianismo
que perpetua la pesadilla
soviético-comunista.
Fuente: Flagelo ruso
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