En Vietnam, el vacío generado por el ateísmo comunista produce efectos análogos a los verificados en China, atrayendo muchas almas para la Iglesia Católica.
En Ho Chi Min City, antigua Saigón, la mayor ciudad del país, con 9 millones de habitantes, hay 680.000 son católicos, y ese número crece, asustando al régimen socialista. La conversión de Tô Hai, “prócer del comunismo vietnamita y célebre compositor nacional, causó sensación recientemente. (Vea materia anterior en este blog).
Hay en la diócesis 580 sacerdotes, más de 5.000 religiosos y religiosas, más de 7.000 catequistas, en cada año más de 6.000 adultos piden el bautismo, según notició el sitio “Religión en Libertad”.
En 2012, por ejemplo, fueron bautizados 6.736 adultos, provenientes del ateísmo, del budismo o del culto a los antepasados. El número anual de bautismos de bebés es el triple.
Para efectos de comparación, en diócesis grandes como las de Los Ángeles y Nueva York, la Iglesia Católica bautiza anualmente entre 1.300 y 1.600 adultos.
Vietnam tiene 7 millones de católicos en una población total de 90 millones.
Hay conversiones insinceras en número minoritario. Sin embargo, la fe sincera de uno de los cónyuges tiende a tocar el corazón del otro.
Por ejemplo, Teresa Nguyen Thuy Kieu abandonó el budismo en 2005 porque admiraba la firmeza católica de su novio.
Hoy ella es una militante de la Legión de María, que enseña el catecismo dos tardes por semana, acompaña adultos en proceso de conversión e intenta ir a misa todos los días, aunque precisa mantener su tienda y dos hijos chicos.
Teresa ya tuvo su “bautismo de sangre” con los médicos socialistas del gobierno que rutinariamente procura que las madres embarazadas aborten. En el caso de su segundo bebé, el médico le anunció que él nacería con deficiencia e intentó que ella abortase.
Siendo ahora católica y sabiendo que abortar es asesinar un niño, venció la tentación y confió el caso a Dios y a la oración. El hijo nació prematuramente, pero hoy, con casi un año, está fuerte y lleno de salud.
El ejemplo de Teresa Kieu de tal modo impresionó a su familia, que su madre, su cuñada y sus 11 sobrinos pidieron el bautismo.
El socialismo mira a los católicos con menosprecio, desdés y desconfianza, pero esa oposición de los sin Dios, no consigue contener la onda de conversiones suscitadas por la gracia divina.
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