El Rey Felipe de Bélgica sancionó la infame ley de eutanasia infantil que autoriza sin límite de edad poner fin a la vida de un menor en determinados casos, pese a las manifestaciones y protestas médicas y cívicas de grande parte de la ciudadanía, contraria a la ley.
La plataforma de participación ciudadana CitizenGo había presentado en el Palacio Real de Bruselas una solicitud dirigida al rey Felipe y firmada por 210.000 personas, que suplicaba al monarca de los belgas que no sancionara la extensión de la ley de la eutanasia para los menores.
Comentarios de este blog:
Recemos por los niños que vendrán a ser víctimas de esa ley macabra. Recemos también para que leyes semejantes no vengan a ser implantadas en otros países. Y no podemos excluir de ese peligro a nuestro país, donde la izquierda ya “liberó” el aborto.
A propósito de la eutanasia infantil, transcribimos a continuación un texto publicado el 4 de octubre de 1936 en el semanario brasileño “Legionario”, en la columna “7 días en revista”, por Plinio Corrêa de Oliveira. Es un verdadero pronóstico de lo que está sucediendo hoy, hecho hace más de 70 años.
* * *
“ (…) Por primera vez, desde que el mundo se gobierna por los principios de la civilización de Jesucristo, un padre mata a su hijo por motivos de salud.
Se trata del Sr. Sullivan, de Perth, en Australia, que llevó a pasear a su hijo de tres años a quien mató inesperadamente de un tiro. El propio infanticida llevó después el pequeño cadáver a la policía y declaró que la razón del crimen que había cometido era que su hijo sufría de una molestia incurable.
No le era lícito a ese padre desnaturalizado matar a su hijo, cualquiera que fuese el pretexto por él invocado. Pero hagamos abstracción de eso y consideremos la cuestión sobre otro aspecto. El Sr. Sullivan es chofer, por lo tanto una persona relativamente desprovista de recursos. ¿Será tan seguro que autorice el infanticidio el diagnóstico del médico de segunda clase, a quien probablemente el Sr. Sullivan consultó? ¿Será realmente incurable esa molestia? Con los progresos que la medicina viene haciendo, ¿no es bien posible que, de aquí a algunos años, el niño pudiese ser curado?
En nada de eso reflexionó el Sr. Sullivan.
El Sr. Sullivan, en sí, no interesa. Su actitud vale apenas como síntoma de una civilización.
Hasta tal punto el mundo descristianizado está perdiendo el sentido de la caridad, que diversos escritores europeos ya sustentan la inutilidad y, más que eso, la nocividad de los establecimientos se asistencia a la infancia enferma.
Si el niño enfermo es un ser inferior, ¿por qué razón tiene el Estado que sobrecargarse con su educación? ¿No sería mejor dejar morir esas ramas sueltas para que la savia fluyese más abundante a las ramas sanas?
Si algún día ese pensamiento conquistar el mundo, los casos como el del Sr. Sullivan serán numerosísimos.
En ese día, la Iglesia ciertamente ya habrá vuelto a las catacumbas. Y, en Brasil, las personas del pueblo matarán a sus hijos, no más por consejo médico, sino por indicación de (satanistas)…
Realmente muchas cosas están siendo cambiadas. No es de espantar, por lo tanto, que vengamos a ver algún día (satanistas) como señores de la vida y de la muerte de los niños.
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